Francisco Guadaño: «El talismán»,
Ápeiron Ediciones, Madrid, 2025, 180 págs.
Reseña escrita por Manuel Acosta Celdran
Publicada en El texto sentido, Babelio y Goodreads
Francisco Guadaño firma con El talismán una novela corta y correcta en su ejecución, de lectura ágil y estilo cercano, sin pretensiones estilísticas pero con una narración fluida que mantiene el interés. El protagonista, Braulio Montes, detective privado en el Madrid de los años noventa, se enfrenta a una serie de casos que giran principalmente en torno a infidelidades, pequeñas traiciones y secretos domésticos que se resuelven sin grandes alardes de ingenio ni giros inesperados.
Más que por los enigmas, la novela destaca por la relación entre Braulio y su nueva ayudante, un vínculo que aporta complicidad a un relato dominado por la rutina y la soledad del oficio. Esa dinámica entre ambos se convierte en el verdadero hilo conductor de la historia, dejando casi en segundo plano los casos en sí mismos.
Guadaño escribe con claridad y un tono directo, sin barroquismos ni artificios, lo que contribuye a que la narración fluya con naturalidad. El talismán no busca reinventar el género negro, sino ofrecer una mirada contenida y humana al día a día de un detective corriente, más atento a las emociones que a la acción.
Una lectura breve, honesta y bien construida, que puede no sorprender por su argumento, pero sí por su sobriedad y su sentido del oficio narrativo.

Información sobre la obra y compra del libro:
Madrid, 1997. Braulio Montes, detective privado, recibe la llamada de una mujer a la que hace años amó sin ser correspondido. La voz le hace evocar aquellos tiempos, cuando incapaz de soportar ver su cuerpo abrazado por otro hombre, cambió de aires y de oficio. Fue escolta de empresarios vascos, de banqueros catalanes y de políticos madrileños. Ayudado por un inspector de policía, con quien mantiene una vieja amistad, abrió su propia agencia de investigación privada. La aparición inesperada de la mujer a la que sigue amando supone un cambio en su vida.
Francisco Guadaño (Madrid, 1947). Desempeñó diferentes funciones en los departamentos de Proceso de Datos de Marconi, Banco Hispano Americano y ACS. En esta última empresa fue responsable informático de las aplicaciones de Nóminas y Relaciones Personales hasta finales del siglo pasado. De aquella época data su primer escrito, una fábula que dedicó a Rosa Montero. Agradecida, la escritora le respondió con unas palabras alentadoras: «Francisco, eres un genio. Me gusta mucho tu estilo, escueto y cristalino. Muchísimas gracias por este regalo: es uno de los más bonitos que me han hecho en mi vida. Lo guardaré siempre». Sublimado su ego de escritor novel, se apartó de sus otras actividades para dedicarse a la escritura con el resultado, al día de hoy, de más de veinte libros publicados, narrativa en su mayoría, pero también ensayo, crónica, poesía y traducción. Destacan en su obra las trilogías Echando el cierre (1995), Lola, una adolescencia diferente (2018) y Tempus fugit (2024). Al género negro o policíaco pertenecen los relatos El sueño de un hombre frío (1997), El contable (2002) y Víctor (2015).
Víctor Márquez Pailós no es un cura mediático, ni un teólogo de despacho. Es, como él mismo dice, un vecino más con una misión particular. Desde hace años comparte su vida con la gente del rural gallego en la diócesis de Mondoñedo-Ferrol. Pero ahora ha querido poner por escrito una idea que le ronda el corazón desde siempre: el bien no se fabrica, se desencadena cuando alguien agradece y perdona. Víctor Márquez Pailós lleva más de 40 parroquias en la Galicia rural, vive entre vecinos más que entre fieles, y acaba de publicar un libro en el que defiende que el bien no se hace, sucede y nace siempre del agradecimiento.
La entrevista (de una duración de 20 minutos)
se puede escuchar a través del siguiente enlace de COPE:
Su libro, Sobre el deber de la gratitud, nos recuerda que ser agradecido no es una flor de un día, sino una postura ética, profunda, incluso valiente.
Gratitud, perdón y humildad
Inspirado en el pensamiento de San Agustín, Márquez plantea que nadie puede "hacer el bien" en sentido estricto si no es desde una deuda interna, una respuesta natural al bien recibido. Donde otros hablan de valores o de deberes morales, él habla de relaciones humanas concretas, del perdón como forma de agradecer, y de la humildad como reconocimiento de lo que hemos recibido antes de dar.
"Todos creemos estar aquí para dar, pero rara vez reconocemos todo lo que recibimos", explica en el libro. Y no se refiere sólo a lo divino, sino también a lo cotidiano: a los gestos de los vecinos, a la paciencia de los mayores, a los afectos sencillos que sostienen la vida rural.
El bien no se ve, sucede
Frente a la cultura de la visibilidad y el rendimiento, Víctor Márquez reivindica la letra pequeña de la vida, donde —según él— se cuece el bien verdadero. No aquel que se escribe en los informes, sino el que pasa inadvertido porque nace del compromiso íntimo y silencioso de quienes simplemente hacen lo que tienen que hacer.
Por eso, dice, "somos buenos porque somos agradecidos", no por lo que aparentamos hacer.
¿Dónde encontrar su libro?
Publicado recientemente, Sobre el deber de la gratitud puede encontrarse en librerías especializadas y canales habituales de venta online. Un texto para leer despacio, como se escucha a un amigo sabio en una sobremesa larga. Una llamada, quizás, a vivir con menos prisa y más hondura.

Información sobre la obra y compra del libro:
Víctor Márquez Pailos (Gijón, 1968) es licenciado en Filología, Estudios eclesiásticos y Filosofía. A las lecturas de María Zambrano, propuestas en las aulas salmantinas por el profesor Luis Andrés Marcos, cree deber el origen de su vocación al pensamiento. Entre sus títulos cabe reseñar El rostro de la soledad (2009), Cartas desde el silencio (2010), Conversaciones en Silos (2011), La santidad de lo cotidiano (2013) y Pequeño tratado de imperfección (2015).
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